Odio conocer a personas maravillosas, con las que realmente congenio, de esas que me hacen preguntarme "¿dónde has estado todo este tiempo?", si después debo decir ADIÓS.
Es duro tener que dejar pedacitos de mí a personas que Dios sabe cuándo las volveré a ver.
Cuando me desprendo de esos pedacitos, cuando los regalo a esas personas y llega la hora de decir ADIÓS, ese es el momento en el que siento que me falta algo y me siento vacía.
Pasan los años, y son cada vez más el número de personas que han venido y se han ido de mi vida, y aunque no lo note, ahora soy como soy por ellas.
Sus risas, sus voces,los momentos vividos ya han quedado cicatrizados en mí.
No me gusta nada echar de menos a alguien, pero eso me hace comprender que esas personas especiales que vienen y van ya son parte de lo que soy ahora.
Es duro tener que dejar pedacitos de mí a personas que Dios sabe cuándo las volveré a ver.
Cuando me desprendo de esos pedacitos, cuando los regalo a esas personas y llega la hora de decir ADIÓS, ese es el momento en el que siento que me falta algo y me siento vacía.
Pasan los años, y son cada vez más el número de personas que han venido y se han ido de mi vida, y aunque no lo note, ahora soy como soy por ellas.
Sus risas, sus voces,los momentos vividos ya han quedado cicatrizados en mí.
No me gusta nada echar de menos a alguien, pero eso me hace comprender que esas personas especiales que vienen y van ya son parte de lo que soy ahora.
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